lunes, 31 de octubre de 2011

LOS ROSTROS

Henri Toulouse-Lautrec
De pronto, los rostros de las personas me surgen sin identidad.  Como el de los caballos, las ovejas o los peces. ¿Quién puede distinguirlos? Deambular entre desconocidos es una experiencia extrema, hacerlo entre fisonomías sin diferencias es aterrador. Me siento distinto entre los iguales y eso me compromete. Quisiera encontrar la manera de ocultarme entre aquellos sin distingos. Aplacar de tal modo la voracidad de las miradas que me indagan y los grotescos ademanes que me provocan.  Sé que renunciar a ser es una manifestación de cobardía. Tal vez por ello, no ceda, entonces, a la tentación de evitarme dificultades. Quizás no sea ésa mi naturaleza. Después de todo: el mundo sólo recuerda a los rostros diferentes.   
Ricardo Tejerina / 2011