lunes, 29 de abril de 2013

LA VIGENCIA DE UN CLÁSICO DE DUNKEN. Presentamos el Libro de los Talleres Nro. XX



En la Sala Leopoldo Lugones de la 39na. Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y junto a una destacada mesa de expositores integrada por la escritora Marta Mutti, el poeta Carlos Penelas y el periodista e historiador Diego Valenzuela, presentamos el volumen Nro. XX de El libro de los Talleres. La vigencia de este clásico de Editorial Dunken, verdadero acervo del trabajo literario de los talleres literarios de nuestro país en la última década.


Con una sala colmada por la presencia de talleristas, coordinadores, familiares y amigos de estos nóveles autores, y claro está también colegas del quehacer literario y cultural, asomó a la luz la vigésima edición del valioso compendio del trabajo metódico en los géneros cuento y poesía, denominado El libro de los Talleres.

Luego de las presentaciones de rigor, la prolífica escritora de la casa Marta Mutti –que además escribió el prólogo de esta edición especial–, se refirió a la vocación por la escritura y al sentido que tiene la palabra escrita. Orientó a los autores en su trabajo y los instó a ser consecuentes con la lectura; pues dijo con énfasis y acierto: “no hay buen escritor que no sea, primero, mejor lector”.

A continuación, se dirigió al auditorio Diego Valenzuela, destacado autor que recientemente publicara un libro destinado a permanecer por varias generaciones en la preferencia del público: Sarmiento Periodista. El caudillo de la pluma. La frescura y sencillez del lenguaje de Diego, no desprovisto del conocimiento del investigador eficaz y honesto, nos llevó por los caminos sarmientinos y trazó un paralelo entre aquellos hombres del siglo XIX y los autores contemporáneos. En todo momento destacó que a pesar de la humildad de su condición y de todas las dificultades, “Sarmiento pudo ser presidente de la Nación porque primero fue escritor”, y recordó que hacía campaña con el Facundo bajo el brazo. La nota de calidez y emoción se hizo presente cuando Diego leyó un poema que él mismo escogió de El libro de los Talleres y su autora, Susana Barreneche, que había venido desde Córdoba y estaba en la primera fila, no pudo resistir la emoción y rompió en llanto de alegría.

Por último Carlos Penelas, poeta con más de cincuenta libros publicados, cautivó a la platea con su agradable estilo y sutil transgresión investida de un profundo saber de la historia y las formas de producción de la literatura argentina y americana. Se sumó así a la exposición de Valenzuela, acotando que en su escritorio de labor tiene dos pequeños  bustos: uno el de Cervantes, y el otro… sí, acertaron, de Domingo Faustino Sarmiento. También el poeta destacó al prócer sanjuanino como eximio literato nacional, junto con Jorge Luis Borges y Leopoldo Lugones, al que también exaltó –justamente– en la sala del predio ferial que lleva su nombre.

A raíz de un pedido especial que le formulase debido a su gentil visita, la poeta y escritora Marita Rodríguez-Cazaux , leyó para todos los presentes un singular poema de la autora cordobesa Geroma Prado (integrante del volumen Nro. XX) titulado ”Octavo Mandamiento”. A su habitual destreza, la también autora de Dunken, le adicionó una interpretación perfomática que le impregnó una pulsión extraordinaria a la lectura. Asimismo, la coordinadora Susana Panza, leyó un cuento titulado “El murciélago Timoteo” de Tomás Gheller, composición producida en su taller orientado a la escritura infantil, que sirvió para demostrar que los chicos también producen y descuellan cuando hay un trabajo formativo serio y ejemplar, independientemente de la edad.

Para el cierre, todos los talleristas y coordinadores se reunieron para recibir los libros y diplomas, y también con el fin de posar para la tradicional foto grupal en un ambiente de confraternidad y celebración de la palabra en la Feria del Libro inaugurada bajo el lema: “Libros como puentes”; todo bajo la atenta y profesional supervisión de la coordinadora editorial y alma máter del proyecto, Sabrina Mariel Vega.

En lo que a mí respecta, sólo puedo decir que fue un honor compartir la actividad con tan selectos nombres de nuestra cultura y celebrar con los autores y sus formadores la publicación del nuevo libro de la consagrada colección de Editorial Dunken. Me siento gratificado por ello, y también por haber podido cerrar la impecable jornada sosteniendo: “Escribir puede tener varios propósitos, pero, entre ellos escojo uno que lo siento esencial, ¡escribimos para la libertad!”. ¿Qué más se puede pedir?

Ricardo Tejerina